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2010/06/27

Ojos humanos

El contexto de una vida realza el significado de un acto.

Es por eso que no se valora tanto el trabajo de un desconocido como el de alguien reconocido. Sino hasta tiempo después, cuando se vuelve reconocido también.

Nadie es profeta en su tierra porque la propia comunidad no se aprecia a sí misma como el contexto que le dio su seno. Sino hasta cuando es reconocido afuera, con la generosidad que se le suele dar a los extranjeros talentosos. Porque quien recién te conoce, y gusta de tí, puede llenar con generosidad los espacios de tu vida que aún no conoce y dar a cada uno de tus actos un significado muy diferente que el que le daría tu familia o la gente con la que creciste.

Nos interesa la vida de los ricos y famosos porque cada acto de ellos está enmarcado por un contexto que consideramos superior al de nuestra vida cotidiana. Y, en el destino de estas personas, en sus alegrías y tristezas, encontramos un significado que no le solemos dar a nuestras propias vidas. Sino hasta que nos reconocen y empezamos a tomarnos en cuenta nosotros mismos.

Parece un hecho natural el que la gente percibe las cosas según el contexto que las rodea.

También que tendemos a aplicar nuestros contextos sociales a lo que esperamos del universo. Como si el orden humano tuviera que reflejarse en las estrellas.

Pero en el universo las cosas no suelen ocurrir como las hemos pautado en nuestra sociedad.

Podemos impresionarnos ante lo que haga un rey, sin embargo una fotocopiadora no imprimirá más rápido porque sea él quien presione el botón. Una computadora ejecuta el código que se le haya ingresado, sin importarle que quién hizo el programa tenga un MBA o sea un niño de doce años.

Los fenómenos físicos ocurren con independencia de nuestras consideraciones humanas. En el universo, simplemente, lo que es, es.

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