Con el agua hasta las rodillas ves como va viniendo, bramando fuerte, haciendote sentir pequeño.
Pero, cuando va llegando a ti, puedes ponerte de lado para que sea menos fácil derribarte.
O puedes sumergirte para pasar por debajo.
O puedes saltar, antes de que rompa, y atravesarla.
O puedes correr con ella y dejar que te lleve a la orilla.
Si te enfrentas a una ola demasiado grande, siempre ganará.
Enfrentar tu miedo no significa ir temerariamente hacia la ola.
Si lo haces, te podrá derribar, una y otra vez, antes de que puedas llegar a dónde quieras, si llegas.
Enfrentar tu miedo significa que lo aceptes. Y que mires más allá de él.
Que aprendas a ser amigo de la ola, mirarla de frente, entenderla, atravesarla, pasar debajo, esquivarla o ir con ella, según la oportunidad.
No hay que huir de las olas, ni darle nunca la espalda al mar.
Hay que ser amigo de las olas.