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2021/04/21

Como dioses



Tenemos el poder de alterar ecosistemas.

Un jardinero, incrementando la frecuencia del riego, puede crear un ambiente demasiado húmedo para ciertas especies, que disminuirán, y favorable para otras, que prosperarán.

En una casa, la disposición de las rutas hacia las fuentes de alimento puede favorecer a ciertas especies, a pesar del aseo que se haga.

Y los individuos de esas especies, experimentaran cambios en su hábitat. Cambios que están más allá de lo que ellos son capaces.

Si fuéramos nosotros esos individuos, los llamaríamos cambios sobrehumanos. Para ellos, lo que hacemos es sobrehumano. Como lo son para nosotros las fuerzas de la naturaleza. Quizás somos como dioses.

En el cristianismo y otras religiones, se ha planteado la idea de un único Dios, omnipotente, omnisciente, perfecto.

Quizás lo haya. Tiene sentido, para mí, que exista una inteligencia superior a la humana, así como consideramos que la nuestra es superior a la de los animales.

Pero entre nosotros y ese Dios puede haber otros sobrehumanos, a los que podríamos llamar dioses. Sin ser perfectos, ni todopoderosos, ni poseedores de toda la sabiduría del universo. Solo una sabiduría y un poder muy superior al nuestro, que nos puede apabuyar y tener a su merced.

Y nosotros mismos podemos ocupar ese rol para ciertas especies.

Ser un dios, en ese sentido, no significa que seas omnisciente, que sepas las consecuencias de tus actos sobre cada pequeña criatura a la que afectas, o que te importe demasiado.

Cuando regamos un jardín, o cuando hacemos el aseo, o cuando nos bañamos, no nos importa demasiado el destino de la multitud de vidas más pequeñas que la nuestra que se ven afectadas.

Del mismo modo, puede ser muy probable que nuestro destino les sea indiferente a muchos de los dioses que afectan nuestro hábitat.

Sin embargo, por alguna razón, tenemos la confianza de que hay un dios que nos tiene en estima y se preocupa por nosotros.

Quizás somos como las flores de un jardinero.

O los animales que cria un granjero.

2021/04/02

El traje que vestimos

A veces, decimos algo que nadie en su sano juicio desaprobaria.

Algo que tiene sentido y toda la lógica del mundo.

Sin embargo, no funciona.

A pesar de todos los finos hilos y los mejores esfuerzos, de todas las venías, los aplausos y los premios, la realidad es como ese pequeño niño que no duda en señalarte y decir que el emperador está desnudo.

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