A veces, decimos algo que nadie en su sano juicio desaprobaria.
Algo que tiene sentido y toda la lógica del mundo.
Sin embargo, no funciona.
A pesar de todos los finos hilos y los mejores esfuerzos, de todas las venías, los aplausos y los premios, la realidad es como ese pequeño niño que no duda en señalarte y decir que el emperador está desnudo.