Buscar

2021/07/03

Mente de aprendiz



A menudo vemos que un animal reacciona ante algo que no notamos que haya visto.

Nos extraña, porque evaluamos las cosas tomándonos como referencia. Te parece inexplicable porque no has experimentado algo similar. Si tuvieras ese sentido extra, lo comprenderías.

Podemos tratar de entender usando analogías. Si no pudiéramos oir, y el ciervo corriera, tampoco ahí notaríamos que haya visto algo. Pero como oímos, admitimos esa posibilidad.

Hay una postura entre algunos científicos, de negar de plano aquello que no pueden explicar. Pero hay muchas cosas que sabemos que existen y no podemos explicar satisfactoriamente. No podemos pretender que la ciencia sea un producto terminado.

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, es la verdad", es una cita a Sherlock Holmes que puede servir de ayuda en algunos casos. Pero notemos que tenemos que estar de acuerdo en qué es posible y qué no.

Por ejemplo, el problema del hombre colgado en medio de una habitación sin sillas, con un charco de agua debajo de él.

Para nosotros, habitantes del siglo 21, es posible explicarlo con un bloque de hielo que le sirvió de taburete antes de que se derritiera. Pero para alguien de antes de la época en que la congelación de agua sea cotidiana, sería imposible.

Qué ocurre si alguien usa algo que está más allá de nuestras capacidades o entendimiento.

No hablo necesariamente de otra persona. Puede ser un animal, o una planta. Incluso un fenómeno natural. Basta con que no podamos comprenderlo completamente. O que lo hayamos explicado mal. Y podría ser lo usual. No sería la primera vez.

Después de todo, durante mucho tiempo nos aferramos a una Tierra plana, una Tierra en el centro del universo, un solo tipo de geometría, un átomo indivisible.

Debemos estar abiertos a la posibilidad de no saber, de estar equivocados, para poder aprender de lo que observamos, para poder recibir más pistas de la verdad.

Archivo del Blog

Siga este Blog