Buscar

2019/11/01

Así abajo como arriba: El poder de las analogías

Los fractales muestran como cada parte puede ser una representación del total

Qué es una analogía

Una analogía es una situación que un contexto más reducido permite hacer corresponder con otra situación.

Un contexto sería un conjunto de consideraciones, de cosas que tomamos en cuenta para observar algo.

Por ejemplo, "un lobo con piel de oveja" se puede corresponder con "un político que logra sus objetivos usando estrategias inesperádamente agresivas", cuando lo vemos desde un contexto más reducido, donde lo principal sea el comportamiento de ese protagonista dentro de una comunidad.

Haciendo analogías

Las analogías permitían a Esopo, en sus fábulas, representar una situación humana compleja y ayudar a su comprensión.

Jesús también usaba las analogías en sus parábolas.

Recuerdo haber memorizado la interpretación de su parábola del sembrador y haber pensado que ya la había entendido. Pero, en realidad, comprendes una analogía cuando logras hacer tu propia interpretación.

Hacer una analogía es un arte que puede tomar cierto esfuerzo inicial, pero me parece que es una herramienta muy util que puede ayudarnos en la comprensión de muchas cosas.

Hacer una analogía es como pintar un fragmento del mundo. Hacerlo te ayuda a apreciar mejor las analogías que otros hacen.

En algún momento, podrías preguntarte si lo que vivimos no será la analogía de alguna situación más compleja que aún no podemos comprender.

Una herramienta para el autoconocimiento

Recuerdas la expresión: "Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio"?

Aunque se suele decir dentro de un mensaje de reprensión, de algo que no se debe hacer, a mi me parece que es más util verlo como una observación práctica.

Porque, realmente, es más fácil.

Es más fácil contemplarse desde el punto de vista de otro. Por eso le pedimos ayuda a una amiga para probarnos ropa. Por eso usamos un espejo.

Es decir, cotidianamente aprovechamos constructivamente el hecho de que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Una analogía es una manera de reflejar una realidad. Resulta que también es más sencillo hacer una analogía sobre la realidad de los otros que sobre la propia.

Digamos que hacemos una analogía que representa la situación de alguien. Ahora, una analogía es lo suficientemente ambigua para que nos preguntemos si acaso se podría aplicar también a nosotros. Y, entonces, quizás sorprendidos, nos daremos cuenta de que sí, de que también se puede aplicar a nosotros. La analogía se vuelve el espejo que necesitábamos para darnos cuenta de nuestra viga.

Es más fácil juzgar a otros que a uno mismo. Lo hacemos todo el tiempo. En lugar de sentirnos culpables por ello, usemos esa habilidad para ayudarnos a vernos mejor a nosotros mismos.

Un ejercicio

Practiquemos este ejercicio. Piensa en algo que alguien más ha hecho y te molesta mucho. Lo que te venga a la mente. Incluso aunque estés involucrado en esa situación, trata de verlo desde afuera, como un expectador.

Empieza a decir, "Es como si ...".

Ahora, relájate y deja que alguna analogía aparezca en tu mente. Al principio puede costar un poco distinguir el hilo de la madeja. No es necesario que lo tomes del extremo o de un punto en particular; si lo ves, con calma, toca el hilo, tómalo, síguelo, ve a dónde te conduce. Si no te gusta, busca otra madeja. Anda viendo si representa esa situación que expectaste.

Finalmente, ahí tendrás un espejo donde reflejas la situación del otro.

Ahora, relájate, y voltea el espejo hacia ti. ¿Qué ves? ¿Tal vez te parece que está distorsionado, qué es injusto? Tal vez así sea. Prueba corregirlo un poco. ¿Ya te ves mejor? Prueba volver a mirar con ese espejo al otro. ¿Ves algo mejor?

O tal vez el espejo no estaba distorsionado. Prueba aceptar lo que el espejo te muestra. ¿Notas algo de ti que no veías? Quizás no te guste, o quizás sí. Sigue mirando, sin juzgarte, como con curiosidad, como si miraras a alguien más.

Es mucho más fácil hacer un espejo para mostrar a otro que para mostrarse uno mismo. Pues bien, con este ejercicio podemos aprovechar esa habilidad de mirar al otro para mirarnos mejor nosotros mismos.

El lobo con piel de oveja

Siguiendo con el ejemplo del lobo con piel de oveja:

Un presidente es elegido y aunque confiamos en su promesa de que combatirá la corrupción, las cosas no parecen mejorar. Es como... si fuera un lobo y nosotros las ovejas que lo elegimos porque vino vestido de oveja.

Apuntamos el espejo a nosotros. ¿Alguna vez hemos tomado un puesto de responsabilidad y no lo hicimos hecho bien, a pesar que creíamos hacerlo? ¿Somos lobos?

¿Será posible que el presidente sea una oveja y que quiénes lo rodean sean los lobos? ¿O será que todos somos ovejas y el palacio es una cueva helada donde la única forma de vivir es poniéndose pieles de lobo?


Archivo del Blog

Siga este Blog