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2011/05/03

Reglas favorables

Mientras algunos negocios y leyes parecen prosperar y ser apoyados por casi todos, hay también negocios y leyes que encuentran resistencia por parte del público.

Estos últimos no consideran que estén haciendo algo diferente que los primeros, y por eso se quejan de ser víctimas frecuentes de las trampas de sus usuarios, o de que no los respetan.

Suelen culpar a la gente, o parte de ella. Según lo ven, siempre hay gente mala que busca hacer trampa, que nunca tiene respeto por las instituciones formales o por las leyes. Se empeñan en combatirlas y, en esa lucha siempre infructuosa, crean en el mundo un ambiente poco saludable.

Sin embargo, en realidad sí hay una diferencia entre los primeros, respetados y apoyados por la gente, y los últimos, a los que no. Los primeros resuelven algo o hacen más fácil algo. Los segundos complican algo o lo vuelven más difícil. Y la gente, naturalmente, apoyará aquello que le favorece.

Si la gente nota que un negocio no les favorece, buscará alternativas. Si hay libre competencia, alguien dará con alguna alternativa mejor. Pero si la gente no tiene otra opción, usará los medios a su alcance para volver la situación mas favorable. Incluso hacer trampa.

Viéndolo fríamente, hacer trampa es simplemente salirse de las reglas establecidas. No es, en sí mismo, algo que pueda decirse bueno o malo, sino que depende de si las reglas establecidas son buenas o no. Si hay que forzar a la gente para que cumpla las reglas, eso es un indicio de que algo no está bien diseñado, que no son las mejores opciones las que están representadas en las reglas.

La gente tiende de modo natural a burlar las reglas que les resulten imposibles de cumplir, o que resulten en una alternativa que no sea la más favorable.

Por eso, es altamente recomendable promover mecanismos para que negocios y leyes puedan evolucionar libremente hacia alternativas que sean las más favorables para la gente.

Hay culturas que instruyen a sus miembros en la obediencia ciega a las reglas, considerándola una especie de virtud. Aunque pueda parecer algo muy conveniente durante un tiempo, a largo plazo puede presentar problemas, cuando la estructura que forman las reglas no puede seguirle el paso a los requerimientos de la gente en su búsqueda de felicidad. Eso divide a la gente entre aquellos que persisten en seguir las reglas establecidas y aquellos que necesitan de otras mejores.

Formular reglas desde arriba, de manera centralizada, no funciona tan bien como formular reglas de manera descentralizada, delegando a la gente elaborar las reglas que realmente les sean favorables, en las circunstancias que ellos conocen mejor. Por eso una democracia descentralizada suele ser más efectiva que las monarquías, las dictaduras, o las democracias centralizadas.

Hace mucho tiempo, el conocimiento era guardado en manuscritos y era caro y difícil de conseguir. Libros sagrados custodiados en castillos y monasterios.

Cuando apareció la imprenta, tuvo el apoyo de la gente porque le facilitaba el acceso al conocimiento.

La iglesia y los gobiernos trataban de controlar esto creando normas que actuaban como frenos y creaban situaciones desfavorables para la gente. El resultado fue la proliferación de imprentas y movimientos clandestinos para difundir el material impreso.

El malestar que la gente sufría en esa búsqueda de algo más favorable favoreció a una actitud más crítica hacia el rol de la iglesia y el gobierno en sus vidas. De modo similar a cuando los hijos cuestionan a los padres cuyas ordenes son sentidas como injustas o no factibles.

Con el tiempo, la actividad editorial se amplió y la gente apoyaba ese esquema porque era una alternativa favorable para acceder a información y conocimiento.

Cuando el avance tecnológico dio a la gente alternativas para hacer lo mismo, o algo similar, a menor costo, las editoriales usaron el sistema legal para obligarla o continuar eligiéndola sobre alternativas más favorables.

De ese modo, la industria editorial, y otras similares, como la discográfica, se convierten en algo que ya no resulta favorable para la gente.

Por eso proliferan las alternativas que se salen de las reglas que éstas buscan imponer. La gente requiere de nuevas reglas, que la favorezcan por encima de los intereses industriales.

El respeto a las leyes es algo deseable. Mucha gente se apresura en afirmar que las copias ilegales son algo malo, sin ver la responsabilidad de la industria y el gobierno, al mantener reglas que van contra la tendencia natural de la gente de buscar alternativas favorables.

Esas reglas desfavorables, sin embargo, como la represión que se aplicó antes a la imprenta, contribuyen a que la gente desarrolle un espíritu más crítico sobre el rol de estas instituciones en sus vidas.

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