Cuando alguien ayuda a una mariposa a salir de su capullo, le evita el esfuerzo de romperlo, pero es necesario ese esfuerzo para que complete su desarrollo, fluya la energía por sus tejidos y sea capaz de volar.
De modo similar, cuando se ayuda a un polluelo rompiendo el cascaron por él.
O cuando se realiza una cesárea.
Hay algo en esos límites, a veces evidente, a veces sutil, que terminan de definir lo que el nuevo individuo será.
La mariposa, el polluelo, y nosotros mismos, hemos llegado aquí como resultado de un proceso en el que otras alternativas quedaron atrás.
Cada ambiente contiene el filtro, con sus propios castigos y recompensas, que define su resultado. Castigos o recompensas extras transforman el ambiente original en otra cosa diferente. El filtro distorsionado, a pesar de las buenas intenciones que se puedan tener, define otros resultados.
A veces queremos salvar a alguien, ayudarlo, facilitarle las cosas, pero al hacerlo modificamos el problema y con ello la solución.
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