Si nos respetamos a nosotros mismos, entonces también podemos apreciar respetar a los demás.
No podemos apreciar el respeto que se nos da, ni darlo sinceramente, si no nos respetamos a nosotros mismos.
Para respetarnos a nosotros mismos, nos apoyamos en nuestros padres, nuestra pareja, familiares o amigos. Pero si ellos no dan ese apoyo, se rompe la relación, tarde o temprano.
Porque el respeto es como el alimento social.
Mucha gente sale a buscarlo donde sea, y lo acepta donde lo encuentre. Y, como la comida, es más importante de lo que parece. De eso nos formamos. Es importante fijarnos dónde encontramos respeto y qué respeto aceptamos.
Pero cultivar el propio respeto es como cultivar un huerto propio donde siempre encuentras lo que necesitas.