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2012/01/06

Liberando el subconsciente

Vemos en las nubes el reflejo de lo que llevamos en el corazón.


Muchas personas se burlan o condenan cosas como el horóscopo o las artes adivinatorias. Lo que la historia muestra es que uno se burla o condena cuando, en el fondo, tiene miedo de aquello que no comprende. La burla pretende aliviar la angustia. La condena pretende evadirla. Sin embargo, es con respeto que se llega a comprender un poco más.

Llevo un tiempo practicando Tarot. También, reciéntemente, acercándome al I Ching. Mi impulso inicial es la curiosidad por conocer la mecánica usada para formar los mensajes. Me ha llamado la atención como el azar, que suponía sería evidente para todos los casos, se presenta más en unos que en otros. Y siempre muy tímidamente, casi como si no existiera. En realidad, me he convencido de que no existe. Al menos no del modo en que se nos enseña a pensar en él. También me desconcertaba un poco que algunas personas, sin profundizar demasiado en la técnica, pudieran ser tanto o más capaces de hacer lecturas acertadas.

Me parece que cuando se hace una lectura de Tarot, I Ching, etc. el mensaje no aparece en las cartas ni en los trazos, sino en la interpretación.

Con la interpretación, se permite que el subconsciente participe. El de quien lee, el de quien consulta, el colectivo de ambos. Quizás hasta un subconsciente colectivo mayor al que de algún modo tenemos acceso cuando nos lo permitimos.

Por lo que he visto, es sorprendente lo que el subconsciente puede decir. No es tanto que las cartas hablen, ni los trazos en el papel. Sino que dan el soporte para que el subconsciente pueda hablar. Quizás no importa tanto las figuras que aparezcan en las cartas, o las frases literales que exprese el oráculo, de algún modo el subconsciente las usará para contar algo sobre lo que preguntamos, tal vez mostrando otras perspectivas y considerando otros aspectos y matices.

Lo que ha pasado, lo que pasa, lo que pasará. ¿Es que somos capaces de ver cosas de las que no somos conscientes? Aparentemente sí. Pero creemos tan firmemente que no, que necesitamos un mecanismo que ayude a relajar esa censura.

El sorteo al azar sería para que el consciente confíe, o para confundirlo, ya que cree que el azar existe. El vidente sería para que quien consulta confíe, o para confundirlo, ya que quien consulta cree que no puede verlo por sí mismo. Los símbolos son como palabras sueltas que llegan y el vidente hilvana en un mensaje. Y los mensajes del vidente son, a su vez, como palabras sueltas que quien consulta hilvana en su propia interpretación.

Los medios de adivinación serían como un catalizador o una ayuda que permite liberar al subconsciente. El vidente construye el mensaje que siente. Y quien consulta también lo hace. Dos personas pueden oír las mismas palabras y obtener un mensaje distinto cada una. Porque el mensaje se construye cuando lo interpretamos.

En el mundo del consciente, tratamos de construir texto que sea lo menos ambiguo posible. Sabemos que cuando un texto es ambiguo da lugar a múltiples interpretaciones. Pues es ese hecho el que es útil para liberar el subconsciente. Las técnicas de adivinación nos presentan algo ambiguo. Un terreno en el que el consciente sólo puede caminar en círculos, como perdido en un bosque. Pero allí, el subconsciente puede volar, y contemplar las cosas desde una perspectiva que el consciente no puede comprender.

Parece que no importa tanto las frases que se coloquen en el horóscopo cada día. Podrían elaborarse basándose en complejos estudios astrológicos, o podrían sacarse al azar de un  libro. Igual la gente sentiría que aciertan. No es que cada persona sea ingenua y se convenza de una ilusión. Es que su subconsciente  pudo usar esa frase para hacer llegar a su consciente un mensaje más claro sobre algún tema.

Con la práctica, la gente puede aprender a sentir esos mensajes con más claridad. También puede su subconsciente aprender a expresarse con ayuda de otros medios, como granos de arroz, marcas en la arena, el humo de un cigarrillo, una caída de agua, etc. Incluso en el fluir de la gente por la calle, o el fluir de los acontecimientos a lo largo del día. Un presentimiento, un deja vu, y otras cosas similares, serían las ocasiones en que el subconsciente ha leído en el ambiente un mensaje con tal claridad que ha llegado al consciente.

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