La verdad surge, tarde o temprano.
Así que algo duradero sólo puede ser hecho con verdad.
Pero para sentir la verdad hay que vivir con verdad. Las mentiras tienden un velo que no deja percibir toda la realidad, todas las posibilidades.
Así que si quieres construir algo duradero, como la felicidad, la verdad es a la larga el camino.
Hay mentiras que guardamos con cariño. Mentiras que duran vidas o siglos, como enormes castillos de arena en un clima seco. La verdad puede llegar como una brisa, o una llovizna, o como las olas de la marea. No les gusta a quienes viven junto al castillo, o dentro de él, es natural. Uno ama su hogar. Pero la verdad seguirá llegando, llevándose la arena y dejando sólo aquello que puede perdurar.
Cuando enfrentas una mentira, aunque sea amada, haces sólo lo mejor que puedes hacer, defender tu derecho a construir algo que perdure.